HISTORIAS DE VIDA

RECUPERANDO LA MEMORIA HISTÓRICA

La recuperación de la memoria histórica es el proceso de recopilación de los hechos y circunstancias acaecidos durante periodos de violencia de motivación política; busca establecer un marco adecuado para el reconocimiento público y la rehabilitación moral de quienes fueron perseguidos y perseguidas, y que sufrieron injustas sanciones y condenas impuestas por motivos políticos, ideológicos o de índole religiosa. Así mismo, busca promover una revisión crítica del pasado con el objetivo de no repetir las graves vulneraciones de derechos ocurridas en el pasado y  construir un futuro en paz.

El objetivo principal de este proceso es honrar y recuperar para siempre a todas las víctimas de la Guerra Civil y a las personas que hicieron frente a la represión política, social, cultural del régimen dictatorial que la sucedió, tanto dentro como fuera de las fronteras del Estado. Y con ellos, a sus familias.

Estos esfuerzos, como es lógico, se han centrado en el reconocimiento de las víctimas de violaciones masivas de derechos humanos y, en el contexto estatal y local, en el incipiente esfuerzo por reparar las vulneraciones sufridas durante la Guerra Civil y el Franquismo. Sin embargo, consideramos que en el intento por recuperar la memoria, se ha dejado de lado a personas concretas, anónimas, que en este contexto aportaron soluciones noviolentas ejemplarizantes a situaciones de vulneración. Por esta razón hemos intentado rescatar del olvido a 5 personajes que mantuvieron actitudes ejemplarizantes y que contribuyeron con sus actitudes noviolentas a la construcción de una cultura de paz.

Alfredo Espinosa Orive y el perdón

Nació en Bilbao el 6 de septiembre de 1903, ciudad en la que cursó el bachillerato. En 1919 comenzó a estudiar medicina en la Universidad de San Carlos de Madrid y fue allí donde inició sus primeras actividades políticas tomando parte de los comités revolucionarios contra la dictadura de Primo de Rivera. Toma de posesión del Gobierno vasco en Gernika.

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Florentino Goikoetxea Beobide y la solidaridad

Nació en Hernani en 1898, donde vivió hasta el comienzo de la Guerra Civil en 1936, momento en el que se exilia en Ciboure, una pequeña localidad costera junto a San Juan de Luz, en Lapurdi, donde comienza a ganarse la vida como contrabandista cruzando la muga entre Francia y España. Allí le sorprende el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión y rendición de Francia ante el ejército nazi en junio de 1940.

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María Juana Guesalaga Etxaide y la resiliencia

Nació en Zarautz el 3 de diciembre de 1907. El 15 de octubre de 1931 contrae matrimonio con José Miguel Beguiristain Urdangarín, originario de Tolosa y zapatero de profesión. José Miguel fue un afiliado del Partido Comunista. Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, el marido de María Juana tomó parte activa en el conflicto alistándose en uno de los batallones de la UGT. En el transcurso de la guerra, llegaría a ser teniente de los batallones vascos de Madrid en Cataluña.

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José Ignacio De Sola Tamames, la resiliencia y solidaridad

Nació en Irún el 15 de septiembre del 1932. Su padre fue tornero en la compañía del Norte de ferrocarril y su madre trabajaba en Hendaya. Vivía en Irún una vida sin dificultades cuando estalló la Guerra Civil Española. Bombardean Irún y un obús destroza su casa. Huyen a Hodarribia y desde Hondarribia parten en una lancha al puerto de Caneta a Hendaya.

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María Dolores Goya y la desobediencia civil

Nacida en San Sebastián el 19 de febrero de 1913. Realiza sus estudios primarios en las escuelas privadas de San Bartolome y Villa Belen. El bachillerato lo cursa en el Instituto Provincial (hoy en día el centro cultural Koldo Mitxelena) y obtiene el título en 1929.

Con la guerra civil a punto de estallar trabaja como profesora en la Ikastola de la Calle Etxaide

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